La habitación estaba llena de luz, como si un angel bajase con su claridad divina, a recoger aquel alma perdida, que vagaba entre los últimos recuerdos de su vida terrenal. Los cristales relucientes, daban una mayor intensidad a los rayos del astro rey. En el suelo, su cuerpo yacía entre un baño de sangre tras su último suspiro.
Contaban, que a pesar de su horrible muerte, aquella chiquilla hermosa, conservaba en la mirada, esa felicidad ansiada, que solo halló en su trágico final.
Todo estaba desordenado y sobre un sin fín de papeles, recuerdos de algunas ilusiones, se hallaba su último escrito, como aquel último grito desesperado, ante el terror que la sobrecogía.
Sus últimas letras, según prometía, serían el descubrimiento de aquel oscuro secreto que acallaba desde su infancia. En su profunda soledad, cargaba con el peso de aquel horrible secreto que guardaba, desde 11 años atrás. Trataba de contar al mundo, el porque de su mirada triste y perdida, de su desesperanza eterna, de su inseguridad molesta y de aquella sensación inquieta, con la que quiso acabar.
Cada noche, ella se despertaba una y mil veces, sobresaltada, con aquel recuerdo que la hacía llorar. Sus lágrimas amargas aunque lograsen un río, jamás la consolarían de lo que le tocó padecer. Durante años había olvidado todo aquello pero en su adolescencia, volvía el recuerdo de aquel horrible pasado, que la mataba en vida. Temía el contarlo, se odiaba por lo ocurrido; pensaba que incrédulos, acusaria a su portentosa imaginación de lo que decía haber padecido.
Ella sin encontrar una mano que la ayudase a seguir luchando, sin una palabra que la alentase a vivir; tocaba cada día más fondo, hasta que no pudo dar marcha atrás. Su silencio, era como un nudo en la garganta, que la ahogaba cada día un poquito más; como un dolor punzante e inmenso, que la destrozaba por dentro, sin que nadie se diese cuenta, sin que nadie descubriese su hondo pesar. Su mente, era como una oleada de ideas e historias, que entre sus versos y ensueños, trataba de contar; pero aquel odioso recuerdo, la sumía en un profundo dolor, que solo paliaba, la infinitud de ensoñaciones, que por un instante la hacían olvidar.
Así, ajena a este mundo, aquella inocencia ligada a todo y a nada, se perdió. Así, se perdió aquel prodigio de las leras que en su último suspiro, con rabia y odio vivo, trataba de ser comprendida.
Un grito de ayuda, libertad y dolor, retumbó en la noche en la que volaba libre,hacia su nuevo destino. Reprochando a este mundo, su egoismo, intolerancia e indiferencia y saliendo así, a la luz; la soledad, añoranza y anhelos infantiles, acumuládos y rotos tan tempranos. Sus sollozos nunca habían sido escuchados, nadie la había ayudado, su final se sobrevino en soledad como su corta vida; buscando en brazos de la dama negra, la oportunidad nueva, de un sueño eterno.
No hubo tal descubrimiento, prefirió seguir acallando su sufrimiento para siempre, tras su último suspiro.
Sus ojos se cerraron, se llevo su misterioo junto con sus temores, su dolor y un sin fín de cosas que solo ella sabía. Todo quedo acallado y enterrado, POR EL POLVO DE LA NADA.
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